Amar tu imperfección
¿Y si pudieras amarte plenamente, incluso tus imperfecciones? ¿Y si pudieras amar a los demás del mismo modo?
Quizá temas que si amas tu ira o tu pereza, tus adicciones o tu ansiedad, nunca podrás cambiar para mejor. Que tu ira, tu pereza, tu adicción o tu egocentrismo se intensificarán.
Pero si experimentas, comprobarás que a menudo ocurre lo contrario. Cuando te amas y aceptas con un amor más grande y más sabio, tu temor y agresividad, tu dependencia e inercia pierden su dominio sobre ti.
Tu amor sabe de forma intuitiva lo que te conviene, un amor potenciado por el carácter sagrado de los afectos del corazón.
Pruébalo. Siéntate en silencio e invita a que te acompañe un sentido de presencia y amor benevolente. Al cabo de un rato, reflexiona: concéntrate en lo que consideras tus imperfecciones y defectos.
En primer lugar, reflexiona sobre cómo ves tu cuerpo. ¿Cuáles son sus defectos e imperfecciones?
Segundo, reflexiona del mismo modo sobre tu personalidad y carácter. ¿Cuáles son sus principales imperfecciones y defectos?
A continuación reflexiona sobre tus estados anímicos y las imperfecciones que ves en ellos, incluidas las imperfecciones en tus relaciones con los demás.
Imagina que te amas como eres, con todos tus defectos humanos. Todo ser humano tiene imperfecciones:
Forma parte de la encarnación humana. Tu misión es verlas con claridad y amarlas.
Ahora conviértete en el amor benevolente que es testigo de tu vida y la acepta con sus éxitos e imperfecciones en un mar de amor. Tú no eres tus defectos, traumas y temores. Estos constituyen problemas humanos externos que aparecen en la conciencia.
Tú eres la conciencia intemporal, nacida con una belleza primigenia, fruto del espíritu que tiene una complicada encarnación humana, como los otros siete mil millones de seres humanos en el mundo.
Con esta profunda aceptación y amor benevolente, abandona el tribunal de este juez. Invítate a sosegarte, a sentirte a gusto con la totalidad de tu ser, amable y comprensiva. Con esta presencia que te acepta sin reservas harás elecciones más acertadas, no por vergüenza u odio hacia ti mismo, sino porque tu corazón benevolente te enseña a amarte. El corazón benevolente transforma toda la danza humana.
Después de aceptar tus imperfecciones de este modo, elige a otras personas con imperfecciones para incluirlas en esta práctica. Empieza por las más fáciles y sigue con otras más complicadas.
Contempla y acepta todas sus imperfecciones con profunda y benevolente conciencia. No te apresures.
Observa cómo esta aceptación cambia tus conflictos y sentimientos en sentido positivo. Otras personas son aprendices, al igual que tú. Cuando imagines amarlas con todos sus defectos, observarás que tu mirada benevolente y tu afecto inspira lo mejor en ellas.
Como dijo Nelson Mandela: "Siempre conviene ver lo bueno en las personas. A menudo hace que sean mejores"...
Quizá temas que si amas tu ira o tu pereza, tus adicciones o tu ansiedad, nunca podrás cambiar para mejor. Que tu ira, tu pereza, tu adicción o tu egocentrismo se intensificarán.
Pero si experimentas, comprobarás que a menudo ocurre lo contrario. Cuando te amas y aceptas con un amor más grande y más sabio, tu temor y agresividad, tu dependencia e inercia pierden su dominio sobre ti.
Tu amor sabe de forma intuitiva lo que te conviene, un amor potenciado por el carácter sagrado de los afectos del corazón.
Pruébalo. Siéntate en silencio e invita a que te acompañe un sentido de presencia y amor benevolente. Al cabo de un rato, reflexiona: concéntrate en lo que consideras tus imperfecciones y defectos.
En primer lugar, reflexiona sobre cómo ves tu cuerpo. ¿Cuáles son sus defectos e imperfecciones?
Segundo, reflexiona del mismo modo sobre tu personalidad y carácter. ¿Cuáles son sus principales imperfecciones y defectos?
A continuación reflexiona sobre tus estados anímicos y las imperfecciones que ves en ellos, incluidas las imperfecciones en tus relaciones con los demás.
Imagina que te amas como eres, con todos tus defectos humanos. Todo ser humano tiene imperfecciones:
Forma parte de la encarnación humana. Tu misión es verlas con claridad y amarlas.
Ahora conviértete en el amor benevolente que es testigo de tu vida y la acepta con sus éxitos e imperfecciones en un mar de amor. Tú no eres tus defectos, traumas y temores. Estos constituyen problemas humanos externos que aparecen en la conciencia.
Tú eres la conciencia intemporal, nacida con una belleza primigenia, fruto del espíritu que tiene una complicada encarnación humana, como los otros siete mil millones de seres humanos en el mundo.
Con esta profunda aceptación y amor benevolente, abandona el tribunal de este juez. Invítate a sosegarte, a sentirte a gusto con la totalidad de tu ser, amable y comprensiva. Con esta presencia que te acepta sin reservas harás elecciones más acertadas, no por vergüenza u odio hacia ti mismo, sino porque tu corazón benevolente te enseña a amarte. El corazón benevolente transforma toda la danza humana.
Después de aceptar tus imperfecciones de este modo, elige a otras personas con imperfecciones para incluirlas en esta práctica. Empieza por las más fáciles y sigue con otras más complicadas.
Contempla y acepta todas sus imperfecciones con profunda y benevolente conciencia. No te apresures.
Observa cómo esta aceptación cambia tus conflictos y sentimientos en sentido positivo. Otras personas son aprendices, al igual que tú. Cuando imagines amarlas con todos sus defectos, observarás que tu mirada benevolente y tu afecto inspira lo mejor en ellas.
Como dijo Nelson Mandela: "Siempre conviene ver lo bueno en las personas. A menudo hace que sean mejores"...
.jpg)
Comentarios
Publicar un comentario