La ola y el sentido...

 


Si la ola tuviera conciencia y se viera a sí misma solo como ola, la comprobación de su finitud la sumiría en una angustia insoportable.

Poco le importaría su propia belleza, majestuosidad o potencia, puesto que nada de ello impediría el inevitable final. 

Una ola que se ve solo como ola siente que su vida es breve, se ensimisma, se aísla de lo demás, se concentra en una existencia desesperada, busca protegerse a cualquier costo de lo que teme, intenta aprovecharse de lo que sea si es que eso sirve para prolongar su vida, detener el tiempo o hacerla eterna.

Si, en cambio, la ola se ve a sí misma como agua, comprende que su forma de ola es una forma transitoria del mar. Como agua, como mar, ella es eterna. 

Esto la devuelve a la vastedad de la cual es parte, lo que ocurre con el mar ya no le es indiferente, se inserta en la continuidad de la vida y su existencia tiene sentido en esa totalidad. Conciencia de parte y conciencia de todo. Conciencia de ola y conciencia de mar. 

La conciencia de ola lleva a creer a la parte que ella es el todo, no ve más allá de sí y de sus intereses inmediatos, y esa es, a la postre, la razón del vacío existencial.

La conciencia de mar, en cambio, recuerda las nociones de pertenencia, de cooperación, de diversidad, rescata del ensimismamiento, inmuniza contra el narcisismo y el hedonismo.

                                                                                                                           

                                                                                                                                      Norberto Levy 

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