Arjuna
Arjuna, que en el idioma sánscrito significa “conciencia”. Arjuna era el guerrero más grande de todos los Pandavas; los Pandavas significarían o representarían a las virtudes.
Arjuna era el mejor guerrero y todo el mundo lo admiraba; el Maestro de Arjuna era Krishna. Un día ambos se enteran de que la Ciudad de la Sabiduría, también llamada la Ciudad de los Elefantes, (porque los elefantes son una representación de los sabios), es decir, tienen orejas muy grandes para escuchar, tienen una memoria conocida como memoria de elefante, por así decirlo, una gran memoria; también tienen unos ojos pequeños, como para poder concentrarse, y dicen que son capaces de levantar una pata para que pase una hormiga, pero al mismo tiempo, si algo los enfurece, son capaces de destrozar todo).
Avisan a Krishna y a Arjuna de que la ciudad de la Sabiduría, la Ciudad de los Elefantes, estaba siendo atacada por los Kuravas, que representan a los defectos; Arjuna decide armar su ejército y defender esta ciudad. Arjuna por supuesto tenía muy buena autoestima; arma todo su ejército rápidamente y empieza a hablarles y a hacer las respectivas arengas militares, diciendo que será una empresa muy fácil, que no se preocupen, que él tiene un arco muy certero y que irán rápidamente a la Ciudad de los Elefantes para poder defenderla y así rápidamente rescatarla de los Kuravas. Luego se monta en el carro y dentro del carro va Krishna, su maestro.
Empiezan la marcha y cuando comienzan a acercarse, todos vestidos con sus armaduras, con todo su ejército detrás, Arjuna da la orden a su ejército de que se empiece a acercar a la Ciudad de los Elefantes.
Ve en las colinas al ejército de los Kuravas, que también ya avisados lo estaban esperando; Arjuna inmediatamente empieza a hablar con su ejército, les da valor y les dice: “Cojan todas sus armas y estén listos para disparar cuando yo les dé la orden!”.
Comienzan entonces a aproximarse para poder atacar a los Kuravas desde una posición más cercana y conforme se van acercando donde los Kuravas esperaban, empieza a reconocer entre todo ese ejército a su padre, a su hermano, primos y a sus mejores amigos, y entonces en lugar de dar la orden de disparar, se gira hacia su Maestro, hacia Krishna, y le dice:
“Pero Maestro, yo no puedo”, y entonces Krishna le contesta:“¿Qué es lo que no puedes?”.
“¡No puedo disparar a los Kuravas!”, le contesta Arjuna.
“Tienes que disparar, tienes que defender la Ciudad de la Sabiduría”, le dice Krishna.
“Pero ¿no té das cuenta de que yo no puedo?, ¡Estaría matando a mi padre, a mis hermanos, a mis primos, a mis mejores amigos! ¿Es que eso yo no lo puedo hacer!” .Y entonces Krishna le contesta: “Y ¿Qué crees que son los defectos? Los defectos, Arjuna, no son nada extraño a ti; cada vez que peleamos por superar un defecto, cada vez que peleamos o que tratamos de vencer alguna adicción lo que estamos haciendo es justamente eso, estamos peleando contra nosotros mismos, con algo que es carne de nuestra carne, y que amamos y muchas veces nos ha acompañado a lo largo de nuestra vida, algo que amamos tanto como si fuese un familiar, como si fuese un amigo. Y cada vez que hacemos una pelea para vencer una de estas cosas, uno de estos miedos, es como si estuviéramos matando a nuestro padre, a un hermano o a un amigo.
Arjuna siente que no puede, se echa a llorar dentro del carro y siente que no va a poder, que le es imposible pelear; sabe que es un buen guerrero pero no puede matar a estos seres queridos.
Krishna le empieza a hablar y le dice que todo guerrero, que toda consciencia debe ser capaz de elevarse sobre sí mismo y a pesar de que sienta que está matando a partes de sí, es necesario hacerlo para salvar la Ciudad de la Sabiduría.
Entonces Arjuna seca sus lágrimas, se vuelve a poner de pie, vuelve a enfrentar con la mirada a todo ese ejército de los Kuravas (de los defectos), y despidiéndose por última vez da la orden a su ejército y empiezan a atacar. Al final logran rescatar la Ciudad.
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