Miedo a fallar, miedo al éxito: Procastinación
Todos los seres humanos tenemos diferentes tipos de miedos que confrontan nuestro crecimiento y desarrollo personal. ¿Qué pasa cuando el temor que nos limita es el miedo a fallar o equivocarnos y de trasfondo el miedo a ganar o tener éxito?
Cuando tenemos que enfrentar un alto nivel de desafíos que implica el derroche considerable de capacidades, es probable que se produzca una profunda participación llamada estado de fluidez. En la experiencia de flujo una persona está completamente centrada debido a la demanda total de energía psíquica, en la conciencia no queda espacio para pensamientos que distraigan, ni para sentimientos irrelevantes.
Entonces hace su aparición la procrastinación, que es la tendencia a posponer o retrasar la finalización de una labor evitando las responsabilidades, decisiones y tareas que requieren ser desarrolladas.
Problema psicológico
La procrastinación es un problema emocional y no un problema de administración del tiempo. Está relacionada con conductas de autosabotaje, miedo a perder, miedo a la culpa, miedo a cometer errores, miedo a tener éxito, miedo a la separación o al compromiso y asociado a un locus de control externo.
Los procrastinadores prefieren que las demás personas piensen que ellos no están esforzándose por hacer las cosas, ya que eso les permite evitar el temor que pueden sentir al dejar en evidencia que ellos carecen de la habilidad necesaria para realizar correctamente una tarea.
Sorprendentemente, estudios psicológicos han descubierto que cuando procrastinamos para evitar hacer algo que nos disgusta, terminamos ocasionándonos un mayor estrés que el que experimentaríamos si hiciéramos la tarea que buscábamos evitar.
Cerebro procastinador
Nuestro cerebro es procastinador por excelencia, debido a que evalúa una situación y la califica como amenazante, una respuesta emocional se activa para preservar el bienestar de la persona. Esto es cierto para todo tipo de situaciones sociales en las que participamos, dada la importancia que tiene el estatus dentro de nuestra especie.
La amígdala es la sección cerebral que está asociada con nuestras reacciones emocionales automáticas ante las situaciones que afrontamos. En los momentos en que nos sentimos abrumados, tal como sucede cuando tenemos muchas tareas por hacer, o cuando tenemos una tarea difícil por delante, dentro de nosotros se da una pelea en la que se decidirá si reaccionaremos “resistiendo y perseverando,” o “claudicando y huyendo.”
De hecho, a nuestra amígdala cerebral le toma 1/32 fracción de segundo para emitir una respuesta emocional ante una situación determinada. Ésta velocidad supera por mucho al tiempo que le toma reaccionar a la parte racional de nuestros cerebros, la cual requiere de 3 segundos para valorar la situación y emitir una respuesta lógica. Por éste motivo es que nuestra amígdala gana frecuentemente y nos convierte en individuos muy impulsivos.
Nosotros somos adictos a la dopamina, la cual es producida por nuestro organismo cuando experimentamos situaciones placenteras. Siempre que una tarea tenga un historial de ser generadora de altos niveles de dopamina, nuestro cerebro se vuelve adicto a presionarnos para que repitamos una y otra vez esa tarea, así como a presionarnos por evitar otras tareas que califica como no placenteras.
Estrategias anti-procastinación
- Mediante el entrenamiento cerebral para asociar que el cumplimiento de las tareas puede convertirse en una fuente generadora de dopamina (emociones agradables), es decir reforzar positivamente toda tarea finalizada por mínima que sea. El cerebro requiere 2 meses aproximadamente para grabar un hábito nuevo.
- Reducir el tamaño de las tareas al fraccionarlas en partes pequeñas, con descansos intermedios. Las tareas gigantescas no cuantificables que tienen un porvenir poco claro, provocarán que nuestra amígdala dé un paso adelante y se imponga, negándole o dificultándole a nuestro cerebro inteligente la posibilidad de entrar en acción.
- No existe un día especial en el futuro copado de motivación para terminar una tarea pendiente. Fortalecer la perseverancia en la realización de las tareas es la mejor opción, dado que la sensación de haber completado la tarea (aún cuando no haya salido perfectamente) detonará muchos pensamientos positivos dentro de nosotros, los cuales nos harán sentir muy bien.
.jpg)
Comentarios
Publicar un comentario