"Kintsugi" El arte de arreglar fracturas
Existe un arte japonés de arreglar fracturas de la cerámica, con barniz de resina espolvoreado o mezclado con polvo de oro, plata o platino.
Forma parte de una filosofía que plantea que los defectos, roturas, grietas y reparaciones son parte de la historia de un objeto y deben mostrarse en lugar de ocultarse, estas imperfecciones se acentúan, y celebran, embelleciendo el objeto, poniendo de manifiesto su transformación e historia.
El resultado es que la cerámica no sólo queda reparada sino que es aún más fuerte que la original. Entendiendo que el objeto es más bello por haber estado roto y ahora se ha convertido en la parte más fuerte de la pieza.
Absolutamente todo ser humano tiene: defectos, heridas, cicatrices, marcas, manchas, lesiones, fisuras, contusiones, laceraciones, malformaciones, etc., tanto físicas como emocionales. Sin embargo preguntémonos ¿Cómo tratamos a éstas partes tan nuestras como las demás? La mayoría de nosotros solemos esconderlos, ocultarlos, negarlos e ignorarlos. Porque sentimos que la sociedad juzga de muchas formas, nadie valida ni reconoce los defectos, al contrario debido a que vivimos en una cultura hedonista por excelencia donde se promociona la perfección y la competitividad. Se ignora la vejez y se niega la muerte. Los estereotipos son representados con seudo-figuras mediáticas tan superficiales y efímeras como una pompa de jabón.
¿Que hay entonces detrás de un trauma, una grieta, una ruptura, un duelo, un pasado, una guerra? Acaso una sensación de vergüenza, de miedo, una condena, un ostracismo, un exilio como ciudadano de segunda clase que no encaja en esta sociedad perfecta.
¡Y si hacemos de la imperfección y fragilidad nuestra mejor carta de presentación! (total todos tenemos una grieta). Donde cada cicatriz y cada parche sean sinónimo de sabiduría y belleza, el mundo sería un lugar mas sincero, humano y resiliente para vivir.
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