Retomar el vuelo
¿Desde cuando mi vida se ha vuelto rutinaria, estática y
predecible?
Me gustaría responder negativamente a esta pregunta, sin embargo las sensaciones demuestran los contrario. Mi cuerpo que se desvanece de la forma y se pierde con el fondo, una carga pesada cubre mis pensamientos, se vuelven pobres y lentos perdiéndose en el olvido. Mis gestos duros y congelados no permiten otra expresión, los brazos me pesan, mi tiempo es plano y abstruso. Mi motivación es superficial, mi soledad aletargada y vacía.
Me gustaría responder negativamente a esta pregunta, sin embargo las sensaciones demuestran los contrario. Mi cuerpo que se desvanece de la forma y se pierde con el fondo, una carga pesada cubre mis pensamientos, se vuelven pobres y lentos perdiéndose en el olvido. Mis gestos duros y congelados no permiten otra expresión, los brazos me pesan, mi tiempo es plano y abstruso. Mi motivación es superficial, mi soledad aletargada y vacía.
Me doy cuenta
que estoy extraviado dentro de mi mismo. Último acto de cordura que me
queda sin saber cómo hacer para escapar. Me pregunto: ¿En qué punto
exacto dejé mi camino original? Sin poder responder intento mentalmente
reconstruir el camino andado.
¿Qué hacer? Si estoy donde
no quiero estar. Me he adaptado al confort insípido de existir por
existir. ¿Dónde está mi norte? quiero gritar, para esperar que algo
cambie. Más nada pasa todo sigue igual monótono y lánguido. Aparece la
resignación con su argumento de seguridad para decirme: ya es muy tarde,
mejor lo dejamos así como está, total pudo haber sido peor. Sin tener
objeción para responder me quedo en silencio, dispuesto a regresar al
ensimismamiento diario.
De
pronto una luz se enciende, la sincronicidad aparece trayendo un texto a
mis ojos y me interrumpe sin dejarme pensar, atraviesa mis sentidos y
me despierta. Es Stephen King diciendo:
“Algunas
aves no nacen para estar encerradas, eso es todo. Sus plumas son muy
brillantes y sus canciones muy dulces y salvajes. Así que las dejas ir, o
cuando abres su jaula para alimentarlas, de alguna forma se escapan y
vuelan. Y la parte de ti que sabe que está mal tenerlas prisioneras se
alegra, pero aún así, el lugar donde vives se siente vacío luego de su
partida”.
Entonces comprendo todo
de nuevo y veo el camino, he sido mi propio carcelero y prisionero a
la vez, esta vez no quiero escapar, quiero luchar por mi libertad, tengo
que renunciar a mi mismo, a ese carcelero que quiso protegerme y al
prisionero que en el pasado fue un héroe.
Seguir mi camino, mi naturaleza que es la libertad...
Seguir mi camino, mi naturaleza que es la libertad...

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