El efecto Pigmalión
En la mitología griega Pigmalión es un rey de Chipre que además de ser sacerdote, era también un magnífico escultor. Su obra superaba en habilidad incluso a la de Dédalo, el célebre constructor del Laberinto. Se destacó siempre por su bondad y sabiduría a la hora de gobernar. Durante mucho tiempo Pigmalión había buscado una esposa cuya belleza correspondiera con su idea de la mujer perfecta. Al fin decidió que no se casaría y dedicaría todo su tiempo y el amor que sentía dentro de sí a la creación de las más hermosas estatuas.
Así, realizó la estatua de una joven, a la que llamó Galatea, tan perfecta y tan hermosa que se enamoró de ella perdidamente. Entonces, soñó que la estatua cobraba vida. Cuando despertó en lugar de la estatua se hallaba Afrodita, que le dijo “Mereces la felicidad, una felicidad que tú mismo has plasmado. Aquí tienes a la reina que has buscado. Ámala y defiéndela del mal”. De esa forma Galatea se transformó en una mujer real.
Así, realizó la estatua de una joven, a la que llamó Galatea, tan perfecta y tan hermosa que se enamoró de ella perdidamente. Entonces, soñó que la estatua cobraba vida. Cuando despertó en lugar de la estatua se hallaba Afrodita, que le dijo “Mereces la felicidad, una felicidad que tú mismo has plasmado. Aquí tienes a la reina que has buscado. Ámala y defiéndela del mal”. De esa forma Galatea se transformó en una mujer real.
El efecto Pigmalión es el efecto de la mirada positiva del profesor sobre el alumno, con el fin de transformar a un alumno con desinterés, desmotivación y desconfianza; en un estudiante que ofrezca su máximo esfuerzo, que desarrolle su potencial y cumpla con las expectativas que el maestro tiene sobre él. Este efecto se reliza mediante el trato y la forma de relacionarse con el alumno, al margen de sus defectos y limitaciones, es ver por encima de ellos, ver a un estudiante en su plenitud, que se supera constantemente, que es responsable de su autoaprendizaje y está comprometido en su desarrollo personal.
Es desafiar con la mirada, retar con el trato y motivar en el día a día al alumno, instalado desde el punto de vista de mayor jerarquia en el aula que es el profesor, es el mandato y llamado a la excelencia que existe dentro de todo estudiante.
Ser maestro es ser consciente del poder que acarrea la formación de seres humanos que lo sintetiza de forma magistral Johann Wolfgang Goethe: “Trata a un hombre tal como es, y seguirá siendo lo que es; trátalo como puede y debe ser, y se convertirá en lo que puede y debe ser.”
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